divendres, 29 de juliol del 2011

¡Pepe!, olvida ese filete...

¡Suéltame pasado!

            Hoy que parece estar de moda que los próceres de la Patria se zahieran citando al dúo aragonés Amaral cual cerbatana emponzoñada, permítaseme que brazos en jarra -perdón por la imagen de botijo que a los que me conocen se les haya podido venir a la cabeza- entone un jotil a la par que enérgico “que no daría yoooo…” con el que ilustrar mi hastío respecto a la campaña publicitaria con que la ONCE nos martillea para su próximo sorteo extraordinario de verano. Que levante la mano el ser humano en cuerpo mortal que no esté ya hasta los mismísimos de esta cuña radiofónica o bien de este otro reclamo televisivo que atronan como hipocorísticos aullidos de ultratumba.

            ¿Realmente era necesario resucitar del olvido a Los Amaya? La cosa debe estar “mu mala” para que cedan sus derechos de autor, tal y como está lo de la SGAE, para semejante engendro. Sarna con gusto no pica, dicen. Puestos a buscar, con permiso de Karina -otro fósil- en el baúl de los recuerdos, ¿por qué no rescatar a nuestra Carmen Sevilla para aumentar las ventas del “cuponsito”? ¿O acaso no se acuerdan del desparpajo con el que era capaz de endiñarle una bicicleta a un lesionado medular al que le había correspondido tan cardiosaludable premio en el panel del zodíaco? “Mira, Carmen, que si me podrías cambiar el regalo porque soy tetrapléjico.” “¿Tetrapléjico? Qué profesión tan bonita…”. Impagables aquellas remotas tardes de primigenio y a menudo manual zapping que comenzaban con el “a guanyar diners…” del mítico Joan Monleón y acababan con el desparrame de las “Mama Chicho” en el Tutti Frutti.

            Nos cuenta la wikipedia que el nabo, “brassica rapa”, es una brasicácea cultivada comúnmente como hortaliza en los climas templados de todo el mundo por su suculenta raíz napiforme. Las variedades tiernas se utilizan para el consumo humano, mientras que las mayores son dedicadas a forraje para el ganado. Algún publicista, me temo, tiene todos los números para mi particular rifa del 17 de agosto en la que el premio gordo es la lacerante amputación del susodicho tubérculo mientras que el de consolación, la castración química, evitará que amén de que me cague en su padre putativo, lo pueda hacer también en el futuro en su progenie. Y todo por el módico precio de 6 euritos de vellón.

            Pido perdón por la entrada de hoy, más digna del blog de mi amigo Preocupín, pero es que cuando a uno le tocan la fibra… ¡Ah!, y por cierto… ¡no bajen la guardia!, ¡manténgase alerta! Los putos “corticoles” nos esperan agazapados a la vuelta de una quincena. Luego no me digan que no les he avisado con tiempo. ¡Diossss, qué país! He dicho.

Perdoneu, pero algú ho havia de dir.

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