dissabte, 10 de març del 2012

Enseñar en Tiempos Revueltos. (El Bloggebrón. Capítulo 3)

UN DRACMA ES UNA TRAGEDIA

(Un país. Un estado... de shock. Un único fin: Unidad, Cuerpo, Dios, Patria. El fin de una era... "FINANTIATION: IMPOSSIBLE". Tan tan, tántan tan tan, tántan tan tan, tántan tan tan, tántan. Ti-ru-rííííí, ti-ru-rííííí, tirurííííí, ti-ru... Muy pronto en tu Administración más próxima.)

      Los convocados llegaron puntuales a la sala de juntas donde iba a llevarse a cabo la reunión. Se miraban de reojo, desdeñosos. Según tu punto de vista, yo soy la mala, pensaban unos. La atávica desconfianza que les separaba confería a la escena un encanto especial. Según tu punto de vista, yo soy la gran tirana, rumiaban los otros. Resultaba ciertamente desconcertante. Diríase que tragicómico. Sobre la mesa oval descansaban, impecablemente dispuestas, unas carpetas con documentación y el orden de los puntos a tratar.

     A las puertas del granítico edificio se arremolinaban curiosos, amas de casa, mirones, jubilados, absentistas, almas en pena, parados. Los manifestantes, conscientes de su mamífera indefensión, se protegían los genitales parapetándose tras los agujereados burladeros reivindicativos por los que se colaba una desagradable y cortante brisa. Un niño, atraído por el ruido y las pegatinas de colores, estiraba la manga del destartalado jersey de su padre mientras señalaba con el dedo preguntando qué hacían allí aquellas personas. Puro vicio, se le pudo leer en los labios mientras apretaba la mano del mocoso para que acelerara aún más sus pequeños pasos.

     Desde el lado oscuro, Tomás Ré intentaba parecer digno, circunspecto, preocupado, no sentirse culpable en suma. A 30 metros del suelo, en ese limbo de acero y cristal sobre su cabeza, el sol entraba a raudales por las ventanas inundando la sala con un calor que presagiaba la llegada de la época de siega. Para sus adentros, Tomás volvía por enésima vez a echar cuentas. Era sólo un recurso para abstraerse de lo que le envolvía. Una forma de evasión que solía practicar en reuniones familiares o frente al televisor cuando daban las noticias. Se organizaba. Clasificaba. Decidía. El resultado, por muchas vueltas que le diese, era siempre el mismo. No iba a poder ser. Definitivamente, no. Tendría que esperar. Este més tampoco. No habrá iPad para los malvados.